martes, 28 de agosto de 2007

Innovación Financiera en Chile

¿Podemos hablar de innovación financiera en Chile? La respuesta es que sí. Pero quizás en este punto es conveniente hacer la distinción entre innovación de productos financieros y innovaciones financieras institucionales. Entre las primeras tenemos nuestra famosa unidad de indexación conocida como Unidad de Fomento, creada a fines de la década de los sesenta y que después fuera adaptada por otras naciones con historia inflacionaria. Otra innovación de productos que se nos viene a la mente, se refiere a los pagarés de conversión de deuda externa (debt-equity swaps), creados por el Ministerio de Hacienda de Chile a mediados de los años ochenta y que representan una suerte de precursor lejano de los hoy conocidos bonos Brady. En el aspecto de innovación financiera institucional, tenemos probablemente la innovación chilena más conocida, a estas alturas a nivel mundial, que es la del sistema de capitalización individual privado, más conocidas como “administradoras privadas de fondos de pensiones” (AFP).

Una segunda veta de análisis, quizás más productiva desde el punto de vista de políticas públicas, es la que tiene por finalidad responder la pregunta: ¿Se ha tenido éxito adoptando innovaciones desarrolladas en los grandes mercados? La respuesta, para el caso de Chile, como es de esperar, es mixta. Por un lado, podría decirse que Chile ha sido exitoso adoptando innovaciones de productos tales como la securitización o titularización. En este sentido, se han diseñado estructuras que permiten, por ejemplo, cambiar perfiles de riesgo o alargar plazos, empleando diversas clases de activos de respaldo, desde deuda hipotecaria hasta flujos originados en concesiones. También ha sido posible adoptar un modelo de ahorro habitacional, a través del cual, las personas ahorran en el mercado de valores, por medio de los Fondos para la Vivienda, con el fin de financiar el valor final de la propiedad en leasing. Otro ejemplo es el ahorro voluntario para la vejez o APV que recoge el concepto central de las cuentas IRA de EEUU. Para citar un par de ejemplos adicionales, tenemos el financiamiento de infraestructura, que es un modelo fundamentado en el sistema de concesiones y la bolsa de empresas emergentes, que aunque llegaron tarde a América Latina, rescata el concepto de visibilidad y acceso al mercado público por parte de empresas innovadoras de menor tamaño.

¿Que hay de la innovación en el mercado retail? Por un lado podemos pensar en innovaciones institucionales adoptadas, las cuales han apuntado hacia nuevas formas de distribución, como lo ha sido la distribución bancaria de seguros (bancaseguros) o de fondos mutuos. ¿El resultado? Mayor penetración de estos productos financieros. También podemos citar innovaciones de productos adoptadas para los inversionistas retail, tales como los fondos mutuos garantizados o estructurados. No sería extraño, que un corto plazo, administradores chilenos ofrezcan fondos que inviertan en commodities.

Sin embargo, también hay tareas pendientes en relación a la adopción de innovaciones. Una de las primeras que surgen se refiere a los derivados bursátiles. Es sabido que no han podido desarrollarse en Chile y las razones para ello van desde aspectos culturales hasta la falta de liquidez de activos subyacentes. Pero sí hay interés en propuestas apuntadas a desarrollar futuros sobre tasa de interés o sobre índices, así como un mercado de opciones sobre renta variable en las bolsas chilenas.

También hay tareas pendientes en el área de financiamiento a empresas cerradas. Los fondos de inversión cerrados ocupan un nicho importante, pero ¿Le cabe un rol adicional al mercado de valores en este aspecto? ¿Cómo canalizar más recursos desde el público hacia empresas cerradas (capital privado) y, más aun, hacia emprendedores (capital de riesgo)? Hay más innovaciones que aún están en el camino y que es necesario potenciar, tales como la capacidad para emitir notas estructuradas en el mercado doméstico o la oferta de fondos índice o “Exchange Traded Funds”(ETF) en base a portafolios de acciones locales.

El mercado de valores sirve para financiar a las empresas, por medio de ofrecer a los inversionistas instrumentos de ahorro confiables. No nos engañemos, el desarrollo de los mercados se manifiesta en su capacidad de satisfacer esa necesidad, y es precisamente esta clase de sofisticación la que se requiere. Incorporar innovaciones financieras, contribuye a completar el mercado, es decir a contar instrumentos de ahorro/inversión que se adapten a las necesidades de riesgo y retorno, tanto de emisores como de ahorrantes, pero también tenemos una tarea pendiente de completar el mercado por medio de sofisticaciones menos llamativas. Digamos, por poner un ejemplo, el mercado de deuda chileno, en el cual, no cuenta con emisores con menor calidad crediticia, que es un segmento que debe desarrollarse, para poder alcanzar un nivel de sofisticación tal que podríamos hablar de un mercado completo.

Muchas veces los reguladores financieros, en especial en los mercados emergentes, tienen una doble función: regular y supervisar por un lado, pero también generar iniciativas de desarrollo del mercado, por el otro. La separación entre una y otra labor es difusa, porque el enfoque “diséñalo y ellos vendrán” generalmente no funciona en los mercados de valores. Usualmente se conjugan variables como tamaños mínimos, desarrollo de productos básicos, inversionistas institucionales, calidad de la regulación, credibilidad de la supervisión y enforcement.

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